FAO advierte impacto del COVID-19 en seguridad alimentaria de la región
La pandemia causada por el COVID-19 repercutirá en un incremento del hambre y la pobreza en los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El documento, creado a solicitud de la Presidencia Pro Témpore de México ante la CELAC, detalla una serie de recomendaciones para enfrentar la crisis.
“Es clave que los gobiernos declaren la alimentación y la agricultura como actividades estratégicas de interés público nacional, con apoyo de todos los órganos del Estado y de la población. Es esencial mantener vivo el sistema alimentario, para que la crisis sanitaria no se transforme en una crisis alimentaria”, explicó Julio Berdegue, Representante Regional de la FAO.
El informe retoma la visión de que los problemas que aquejan a la región y, en particular, esta emergencia sanitaria, desconocen fronteras y por tanto, deben afrontarse en conjunto, como bien lo señaló el Canciller Marcelo Ebrard: “Ningún país de América Latina y el Caribe está solo en la lucha contra el Covid-19 por el simple hecho de que forma parte de CELAC”.
“México, en sus esfuerzos para renovar a la CELAC, como único mecanismo de concertación que integra exclusivamente a los países de América Latina y el Caribe, buscó generar esta importante alianza con la FAO para dar herramientas a los estados miembro con el objetivo de que reduzcan los efectos de la pandemia en la alimentación.”, dijo Efraín Guadarrama Pérez, Coordinador Nacional de México ante la CELAC.
El informe también recomienda a la CELAC reactivar su Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Plan SAN CELAC), adecuándolo al nuevo contexto, y fortalecer acuerdos políticos para impulsar el comercio de alimentos entre los países de la CELAC.
Según la FAO, América Latina y el Caribe y los mercados internacionales tienen reservas suficientes para alimentar de forma adecuada a sus habitantes en los próximos meses.
El documento señala que el principal desafío en el corto plazo es garantizar el acceso a los alimentos de la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria, especialmente para quienes han perdido su fuente de ingresos.
La FAO sostiene que la región ha visto empeorar su seguridad alimentaria en los últimos años, y que la pandemia podrá impactar de forma especialmente severa a aquellos países que ya venían presentando una condición de inseguridad alimentaria.
Para enfrentar la reducción de la capacidad adquisitiva para acceder a los alimentos, la FAO recomienda reforzar los programas de apoyo nutricional para madres en edad fértil y niños menores de cinco años de edad, asegurar la alimentación escolar, expandir los programas de protección social y promover hábitos de consumo saludable.
En cuanto a garantizar la oferta de alimentos, también se recomienda facilitar el transporte y acceso económico a insumos productivos (semillas, fertilizantes, piensos, etc.) y a maquinaria e infraestructura.
Para mantener la disponibilidad de alimentos básicos, es clave mantener el funcionamiento de las explotaciones agropecuarias, con especial atención a la agricultura familiar campesina, pero sin excluir las de mayor tamaño.
Apoyar el transporte, procesamiento y envasado de productos agropecuarios y pesqueros, resolver problemas logísticos de las cadenas de valor alimentarias y garantizar la operación de los puntos de venta al por menor, mercados y supermercados, son medidas claves para mantener vivo el sistema alimentario regional.
El informe de la FAO destaca la importancia de que los países desarrollen políticas comerciales y fiscales que mantengan abierto el comercio mundial, para evitar alteraciones en los precios domésticos o reducciones en la oferta de alimentos.
Según la FAO, la región debe definir lo antes posible estrategias para el periodo post COVID-19, que permitan retomar la senda de crecimiento sostenible e inclusivo.