Cuerdas de esperanza: Tens toca su violín a pacientes UCI del Hospital El Pino
Eleonor Oviedo Castillo /Agencia Uno
Como cada jueves, Dámaris afinó las cuerdas de su violín para tocar en los pasillos de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital El Pino, y de esta forma llevar esperanza a los pacientes que allí se encuentran, en su mayoría contagiados con COVID-19.
Dámaris Silva, tiene 26 años, desde hace un año y medio trabaja como Técnico en Enfermería nivel superior (Tens) en el recinto hospitalario ubicado en la comuna de San Bernardo. Su pasión hacia el violín, la atrapó hace 14 años, cuando se enamoró del “sonido muy dulce” del instrumento. Desde entonces, ha participado de forma voluntaria en eventos musicales y obras sociales, a la par de su profesión.
En entrevista con Agencia Uno, la joven relató cómo su amor por las cuerdas, sus profundas raíces religiosas y el impulso que le dio su jefe, la llevaron a integrar ambos oficios y tocar un día a pacientes en Urgencias, donde asegura que “la sensación era otra”.
“Dentro de mí, siempre pensé en algo que llegara a los pacientes. Fui todo el camino pensando en que podía tocar y se me vino un himno a la mente que dice: En horas tristes de dolor. Fuiste mi amparo, gran Señor”, detalló sobre la primera canción que escogió para interpretar.
Luego de este encuentro, tomó la decisión de darle vida a las cuerdas de su instrumento todos los martes y jueves al terminar su jornada laboral, en su área de trabajo.
Más de un mes lleva la tens recorriendo los pasillos de la UCI para llevar ánimo y esperanza a quienes ocupan las 32 camas del servicio, que en las últimas semanas se ha visto copado por el ingreso de pacientes positivos para coronavirus.
“Cada vez que toco algún himno, se siente algo especial. Luego lo veo reflejado en los pacientes y eso me llena, no es tocar por tocar(…) Cada paciente trato de mirarlo a los ojos y que ellos sientan que estoy tocando ”, sostuvo.
Silva, asegura que no sólo interpreta su violín. De vez en cuando, entona alguna canción, dependiendo de “la conexión” que tenga con los internados. “Hay muchos que aplauden, muchos que sonríen, mucho que tiran su dedito para arriba, pero hay otros que simplemente cierran sus ojos y se ponen a cantar. Es un momento muy mío y de la persona que recibe de lo que estoy tocando”, señala.
Otro de los motivos que la impulsó a realizar esta labor, tiene que ver con el aislamiento y la estricta cuarentena que deben cumplir los pacientes, y la imposibilidad de sus familias para verlos o despedirse de ellos, debido a la crisis sanitaria.
“Los familiares dejan al paciente y tienen que dejarlo a su suerte por decirlo así. Creo que es algo súper complicado. Por lo mismo la gente está desesperada y han tenido que recurrir a nosotros mismos, a través de llamadas o mensajes. Hay gente que ni siquiera conozco que me ha hablado para saber de su familiar, de su situación”, señala, y añade que parte de su labor es la “empatía”.
Agrega que “ninguna persona estaba preparada para una pandemia…Ha sido algo que nos ha golpeado, pero afecta más que nada a la familia”.
La joven relató que una de las experiencias más difícil que le ha tocado afrontar fue “ver a una señora y un niño llorar por no poder ver a su padre fallecido…Era un niño de la edad de mi hija. Es una impotencia, es una angustia con la que se queda uno. Uno trata de hacer lo posible. Hay unos que alcanzan a despedirse de su ser querido, pero hay otras que no alcanzan, algunos que solamente lo reciben en el cajón”.
Al final del día, las notas de su violín no son únicamente para los pacientes, Dámaris interpreta temas especialmente para sus compañeros del servicio, quienes también se han visto afectados por las extensas horas de trabajo, desde que llegó el virus al país.
“Hay días buenos y hay días pésimos, y se nota la tensión. Uno trata de dar lo mejor de sí, de llegar siempre con el mismo ánimo todos los días. Hay días que uno trata de hacerlo, pero es imposible…Somos un equipo, tenemos que complementarnos. Si uno ve decaído al otro, tenemos que ayudarlo y se trata de levantar el ánimo”, afirma.
La profesional de la salud, asegura que la intención “es llegar y apagar un ratito el sonido de las bombas, de los monitores, del ventilador”. Añade que también es un momento para mermar los miedos que se pueden generar cuando uno del equipo resulta contagiado, situación de la cual no han podido escapar.
Hasta el 29 de junio, la enfermedad ha cobrado la vida de 5.575 personas en el país, considerando el último cruce de datos con el Registro Civil. Sin embargo, el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), utilizando el criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reveló que hasta el 27 de junio se cifró en 6.089 las defunciones confirmadas por PCR, más 2.846 sospechosas, sin confirmación de los exámenes de laboratorio.
Además, se contabilizaron 2.090 hospitalizados en las Unidades de Cuidados Intensivos del país, 1.763 permanecen conectados a un ventilador mecánico y 401 de ellos se encuentran en estado crítico, según el último balance entregado por el Ministerio de Salud sobre la evolución de la pandemia en Chile.
El llamado de la intérprete y técnico en enfermería, es al cuidado, a cumplir la cuarentena si no es necesario salir del hogar.
“Quizás hay mucha gente que le falta alimentos, que les falta el dinero, pero se debe privilegiar en este momento la vida, porque eso no lo paga nada”, concluyó.