Con una ceremonia realizada en la Biblioteca del Congreso, los presidentes del Senado, Jaime Quintana y de la Cámara de Diputados, Iván Flores, conmemoraron los 30 años desde el retorno de la democracia.

En la oportunidad, se otorgó la condecoración ‘Cámara de Diputados’, al ex parlamentario, José Antonio Viera Gallo, primer presidente de la corporación y testigo presencial de la ceremonia de la primera investidura en democracia del Presidente electo, Patricio Aylwin.

“Tengo la satisfacción de haber saldado una deuda con Chile”, dijo Viera Gallo al recordar su rol en el restablecimiento de la democracia y añadió que “hay que tratar de mirar nuestro pasado sin ingratitud”, para proyectarse a los nuevos desafíos.

Por otro lado, se reconoció especialmente, con la entrega de la réplica de la campana de la testera, el rol y el aporte de las ex presidentas de la Cámara y del Senado, Adriana Muñoz e Isabel Allende, así como a los ex titulares Maya Fernández, Osvaldo Andrade, Fidel Espinoza y Patricio Melero.

Los momentos que se vivían el 11 de marzo de 1990, eran de nerviosismo y aguda expectación. Miles de personas asistieron a la ceremonia de investidura del primer mandatario electo tras 17 años de dictadura.

Un edificio del Congreso Nacional en Valparaíso, aun sin terminar, recibió a los diputados y senadores elegidos el 14 de diciembre de 1989, en un proceso eleccionario inédito, tanto en participación de la ciudadanía.

El Congreso Nacional, asumió sus funciones el mismo 11 de marzo junto con la ceremonia de entrega del mando al Presidente electo Patricio Aylwin.

La Cámara de Diputados, estaba integrada por 120 representantes elegidos por sufragio universal y el Senado contó con 38 representantes electos y 9 designados.

La primera presidencia del Senado, la asumió el senador Gabriel Valdés y en la Vicepresidencia, Beltrán Urenda, ambos ejercieron hasta el 11 de marzo de 1994. En la Cámara de Diputados, el diputado José Antonio Viera-Gallo fue el primer presidente y permaneció en su cargo hasta el 21 de julio de 1993.

En un gesto que rompió el protocolo de las republicanas ceremonias de cambio de mando, el saliente general Augusto Pinochet no le impuso la banda presidencial a Aylwin. En un significativo gesto, la dejó sobre la mesa de la testera, desde donde el Presidente del Senado, Gabriel Valdés, la tomó y procedió con el rito de la investidura presidencial.

“De acuerdo con lo preceptuado en el inciso final del artículo 27 de la Carta Fundamental, procederé a tomar juramento al Presidente Electo, señor Patricio Aylwin Azócar”, dijo Valdés.

“Ruego ponerse de pie.

Señor Presidente Electo:

¿Juráis o prometéis desempeñar fielmente el cargo de Presidente de la República, conservar la independencia de la Nación y guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes?”, consultó Valdés. A lo que siguió un fuerte: “Sí, juro”.